Autor/es: (GG) Anónimo
Visto: 2588 veces
De joven yo era un revolucionario y mi oración consistía en decir a Dios:
- "Señor, dame fuerzas para cambiar el mundo".
A medida que fui haciéndome adulto y caí en la cuenta de que me había pasado media
vida sin haber logrado cambiar a una sola alma, transforme mi oración y comencé a decir:
- "Señor, dame la gracia de transformar a
cuantos entran en contacto conmigo. Aunque sólo sea a mi familia y a mis amigos. Con eso me doy por satisfecho".
Ahora, que soy un viejo y tengo los días contados, he empezado a comprender lo tonto que yo he sido. Mi única oración es la siguiente:
- "Señor, dame la gracia de cambiarme a mi mismo".
Si yo hubiera orado de este modo desde el
principio, no habría malgastado mi vida.