24 de abril de 2009
Entonces Dios me dijo: Perder el ómnibus
Autor/es: Richard Adams
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El auto se me volvió a descomponer, así que tuve que tomar el ómnibus.
Una voz oscura, con acento africano dijo:
- "¿A dónde?"
- "San Vicente", dije. Y desembolsé la plata.
Nadie más en el ómnibus. Una hora tranquila del día.
- "Es un círculo vicioso", dijo el guarda, y se sentó al lado mío. "Creo que me quedo aquí nada más que porque me gusta el viaje.
Dentro de poco uno se va a poder comprar el ómnibus por menos de lo que cuesta un pasaje a San Vicente."
Las paradas del ómnibus pasaban volando al lado nuestro sin detenernos.
- "¿No lo conozco yo a usted?", dijo.
- "No creo", dije. "No vivo más por aquí."
- "Nunca me olvido de una cara", insistió. "Yo lo he visto en algún
lado."
- "Ahora vivo por Constitución", le dije.
- "¡Ah!", dijo, "Canal 11."
- "Sí, cerca."
- "No. Digo que lo he visto en la televisión, por Canal 11."
- "Ah, sí, de vez en cuando", dije.
- "Cuando me toca el último turno", siguió, "y llego a casa. Usted es
lo único que hay para ver en la tele."
- "Además del cierre", dije.
- "Usted cuenta historias divertidas", dijo. "El cierre no es muy divertido."
- "Gracias", dije.
- "Es divertido su Dios con pinta de hombre, de camisón blanco", dijo, "moviendo roperos, haciendo café - Yo lo vi."
- "Me alegro de saber que por lo menos alguien lo ve",dije. "Yo pensaba que toda la gente decente ya se había ido a dormir
a la hora que yo salía."
Pero entonces él me dijo:
- "Yo me pregunto ¿es manera ésa de que un
hombre hable de Dios?"
- "Es nada más que como yo lo veo", dije. "Una forma de traerlo a la tierra. Lo veo en la gente común, lo oigo en la gente común. En un gesto de todos los días, en una palabra de todos los días, veo la mano o la voz de Dios."
- "¿Por qué dice gente común, entonces?", preguntó. "Si Dios está en ellos... es gente poco común, extraordinaria... ¿Usted les da un trato especial?"
De pronto me empecé a sentir un tanto inadecuado.
- "Hago lo mejor que puedo", dije, "como toda la gente. Pero usted comprende por qué hago a mi Dios portero, cafetero, peón de
mudanzas..."
- "¿Y guarda de ómnibus?", quería saber.
- "Puede ser que lo haga", dije. "No se me había ocurrido".
Pareció desilusionado, pero el ómnibus ya había llegado a mi parada.
- "Mi Dios", dijo, "tiene la cara negra."
Me bajé del ómnibus y me quedé un momento parado en la calle pensando por qué me sentía tan tenso después de una conversación
tan agradable. En eso el ómnibus empieza a andar de nuevo, y cual no sería mi sorpresa cuando veo una cara que me sonríe desde el
estribo trasero.
Era Dios: camisón blanco, bigotes blancos, cara blanca- el personaje fuerte, cálido, sabio, occidental y cristiano que yo siempre
había imaginado.
Tuve la sensación de que había alcanzado a tomar un ómnibus... y se me había escapado otro.
Título original: "So God said to me" /(Capítulo 11, "Missing the Bus")
© Richard Adams / Guiones para Anglia Television, Gran Bretaña, 1978, autorizados exclusivamente para la Red de Liturgia y Educación Cristiana CLAI-CELADEC por el autor, mayo 2002.
Traducción y adaptación: Pablo Sosa
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