Autor/es: Richard Bach
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El río se complace en llevarnos sólo si nos atrevemos a soltarnos. Nuestra
verdadera tarea es este viaje, esta aventura.
Lo que sueñas despierto encierra el anhelo de liberarte de todo lo que te
ata: la rutina, el hastío, la solemnidad.
Lo que no has comprendido es que ya eres libre y siempre lo has sido.
Cuando amas a alguien y sabes que está listo para aprender y crecer, lo
dejas en libertad.
Para vivir libre y feliz debes sacrificar la rutina, pero casi nunca se
trata de un sacrificio fácil.
Nadie puede prohibirnos que hagamos lo que queremos hacer.
La única ley verdadera es aquella que conduce a la libertad.
Si deseas tanto la libertad y la felicidad, ¿no ves que ambas están dentro
de ti? que las tienes y las tendrás. Actúa como si fueran tuyas y lo serán.
Los problemas son para solucionarlos. La libertad, para comprobarla.
Al amanecer había cerca de mil pájaros escuchando, tratando de comprender a
Juan Gaviota. Les habló de cosas muy sencillas: que está bien que una
gaviota vuele, que la libertad es la esencia misma de su ser y que todo
aquello que impida esa libertad debe ser evitado.
No es el desafío lo que define quienes somos ni que somos capaces de ser,
sino cómo enfrentamos ese desafío: podemos prender fuego a las ruinas o
construir un camino, a través de ellas, paso a paso, hacia la libertad.
Tomado de “Juan Salvador Gaviota”