Autor/es: Martha Medeiros
Visto: 2592 veces
Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito,
repitiendo todos los días los mismos trayectos, quien no cambia de
marca, no arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quien no
conoce.
Muere lentamente quien hace de la televisión su gurú.
Muere lentamente quien evita una pasión, quien prefiere el negro
sobre blanco y los puntos sobre las «íes» a un remolino de
emociones... justamente las que rescatan el brillo de los ojos, y
sonrisas de los bostezos.
Muere lentamente quien no voltea la mesa cuando está infeliz en el
trabajo, quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir
detrás
de un sueño, quien no se permite, por lo menos una vez en la vida,
huir de los consejos sensatos.
Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye
música,
quien no encuentra gracia en si mismo.
Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja
ayudar.
Muere lentamente quien pasa los días quejándose de su mala
suerte o
de la lluvia incesante.
Muere lentamente quien abandona un proyecto antes de iniciarlo, quien
no pregunta sobre un asunto que desconoce o quien no responde cuando
le indagan sobre algo que sabe.
Evitemos la muerte en suaves cuotas, recordando siempre que estar
vivo exige un esfuerzo mucho mayor que el simple hecho de respirar.
Solamente la ardiente paciencia hará que conquistemos una
espléndida
felicidad.